Informe: ¿Dónde va el dinero que pagamos por los combustibles?

Ante el incremento del precio final del carburante en el último año, el informe analiza dónde va a parar el dinero que pagamos por los combustibles y el porqué de ese precio.

30/11/2011


Conclusiones

El precio del litro de carburante sirve para pagar cada una de las operaciones que incluyen la cadena de producción. Así, podemos establecer que el precio final del carburante se divide en tres componentes distintos: 

  • El coste estricto del producto, una variable determinada por el juego de los mercados internacionales.
  • La parte impositiva, integrada por dos componentes:

    • Los impuestos especiales que gravan los carburantes
    • Los impuestos de tipo general sobre el consumo, en este caso, el IVA al 18%
  • El margen de distribución.

Si comparamos con la Unión Europea  -donde, de media, un litro de combustible nos podrá costar casi un 17% más que en España- se constata que: 

  • El coste de aprovisionamiento, es decir, la fabricación o importación del carburante, no suponen ninguna diferencia significativa.
  • La gran diferencia está en los impuestos por litro de carburante. De media, y por un litro de combustible ficticio, mitad gasolina mitad gasoil, en la UE se pagan 73,2 céntimos de euro, quince más que en España (precios medios de enero de 2011).
  • Mientras que en la UE el coste del transporte hasta el punto de servicio, la comercialización y el beneficio de los operadores se sitúa en una media de 12 céntimos por litro, en España alcanza los 14,2 céntimos, es decir un 18,4% más.

Recomendaciones

La Comisión Nacional de la Competencia acaba de publicar un informe en el que analiza en detalle las causas de dicha disfunción. Este informe destaca que las ineficiencias provienen de la falta de competencia derivada de las fuertes barreras de entrada al sector; del grado de concentración e integración vertical del sector; del papel de la Corporación Logística de Hidrocarburos (CLH) en el proceso de control de precios de transporte y distribución de carburantes, influenciada decisivamente por los principales accionistas de la compañía (Repsol, Cepsa…), y también por la existencia de reglamentaciones complementarias restrictivas de la competencia, por ejemplo, en el ámbito de los biocarburantes.
 
Si se empezaran a introducir verdaderas reformas en el sistema que permitieran aumentar el nivel de competencia y hacer el sistema más eficiente, y el gobierno aprovechara la ocasión para subir los impuestos en un importe equivalente a esta cifra -lo que nos acercaría a la fiscalidad europea-, probablemente recaudaría suficientes recursos como para  permitir otra vez circular a 120 km/h por las autovías.